El mes de Mayo, cuyo nombre los romanos relacionaban y derivaban de Maya, diosa también de las flores y de la primavera y una más de las mujeres de Júpiter, fue siempre un mes de fiestas, ritos y tradiciones. La más corriente y casi general en los pueblos de Castilla y León, y sobre lo que escribiremos en otra ocasión, era cortar un árbol y colocarlo en alguna calle, plaza o cerca de la iglesia o ermita y en su copa dejar unas ramas del mismo o colocar un muñeco o muñeca, u otros objetos más o menos simbólicos. El árbol, sÃmbolo de vida y primavera, se acerca al pueblo y a sus gentes para transmitirles esa savia y vida que se mantendrá en él durante todo el mes. Simboliza además el culto a la vegetación y nos recuerda los primitivos ritos de fecundidad.
En otras partes, personas concretas se disfrazan de Mayo, cubriéndose de ramajes todo el cuerpo y asà van por las calles y casas pidiendo para la celebración de una comida. Pero en algunos lugares los muñecos, con escenas de la vida humana y animal, fueron suplantando poco a poco al árbol y a la persona que se disfrazaba. Esto ocurre en Jiménez, Santa Elena y Villanueva, pueblos del valle del rÃo Jamuz. Aquà la representación de los Mayos se hace por medio de los muñecos, o si queremos los mayos son muñecos, que, representando diversas escenas, se colocan sobre postes o plataformas de madera a modo de escenario.
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